jueves, 27 de enero de 2011

EL ÁRBITRO: UN DESCONOCIDO ANSIOSO

      No es una novedad la ya tan sabida presión a la que son sometidos los árbitros. Ellos son los que realmente tienen en sus manos el poder de decisión dentro de un partido, aunque ellos simplemente se atienen a una serie de normas que ya están establecidas, a un reglamento inamovible.
     A pesar de ello, son múltiples las protestas y las disputas que se generan en torno a su profesión, sobre todo, cuando se encuentra en el campo de juego. Esto genera un estado de estrés y ansiedad en esta figura, que llega en ocasiones a sufrir realmente las inclemencias del público, siendo hasta amenazados y golpeados, a veces, por los propios jugadores.
     Pero, ¿la presión es la misma en todos los deportes? ¿Qué árbitros sufren una mayor ansiedad? ¿Qué deportes son los que tratan peor a sus jueces? Éste es un tema que ha preocupado durante años a la Psicología del Deporte. Aún así, el fenómeno ha sido estudiado en relación a figuras importantes dentro del ámbito deportivo, tales como los propios deportistas o los entrenadores, pero siempre esquivando al árbitro.
     Según Miguel Tobal, estudioso de la Psicología de la Ansiedad, la ansiedad es un estado emocional que se genera en un instante ante una situación determinada y que puede variar según la ocasión. Se caracteriza por desarrollar un sentimiento subjetivo, de aprehensión y tensión, del que el individuo es consciente. También, es una respuesta emocional que se da a dos niveles: el cognitivo (donde tienen que ver la tensión y la aprensión) y el fisiológico (en el que el sistema nervioso y el motor se ven alterados, originando taquicardia, entre otros síntomas). Además, las causas de un individuo ansioso pueden encontrarse entre estímulos internos, pero también externos.
     Si aplicamos esto a la práctica podemos detectar una realidad. El árbitro podría ser ese individuo al que, a través de estímulos externos (en este caso la presión de la afición, de los jugadores, del contexto del juego), se altera su bienestar interior, provocando la desestabilización emocional, en los mejores casos.
La ansiedad es un enemigo presente en el día a día de estos profesionales. Como decíamos antes, el origen de todo está en que ellos controlan el juego y pueden llegar a tomar decisiones muy importantes en el desarrollo de la competición; por lo que su presencia es fundamental.
     Ahí está el famoso síndrome de burnout, también llamado síndrome de desgaste profesional. Ya de por sí, enfrentarse a una situación, en la que el árbitro se convierte en el punto de mira, es bastante estresante y puede serlo mucho más, como lo es en realidad, si le añadimos ingredientes como los son las variables sociales, económicas y políticas, que se mueven en torno a este mundo. Esta patología (el síndrome de burnout fue estudiada por el psicólogo Rainey en árbitros de baloncesto y concluyó que existe un claro miedo al fracaso en momentos decisivos, pero también, al conflicto (incluso con los medios), al daño físico, a la falta de reconocimiento… A lo que sumamos un posible cansancio, tanto físico como mental. Por su parte, Burke también analizó la ansiedad antes y después de los partidos de basket y detectó que el momento de mayor ansiedad cognitiva se encontraba justo antes de comenzar el partido.
     La Universidad de Las palmas de Gran Canaria ha realizado un estudio específico para determinar los diferentes niveles de ansiedad a los que los árbitros son sometidos. Para ello, ha tomado una muestra compuesta por 160 árbitros españoles, hombres y mujeres, de diferentes modalidades deportivas. En concreto han seleccionado a cuarenta profesionales que arbitran en Las Palmas en cuatro juegos: voleibol, balonmano, baloncesto y fútbol. Como podemos comprobar, entre todos ellos se encuentra el deporte Rey. Lo que queda por ver es si los resultados del estudio son los esperados, en relación al evidente peso mediático, político y económico que tiene el fútbol.
     Todos fueron sometidos, dentro de su modalidad deportiva, a un test que mide de manera rápida y con bastante precisión, el nivel de ansiedad que presenta el individuo en diferentes momentos. Las conclusiones a las que llegó este estudio es que los que más sufren este fenómeno psicosomático son los árbitros de balonmano y baloncesto y los que menos los que pitan en fútbol y voleibol. Esta situación nos puede parecer un tanto paradójica, ya que todos imaginábamos que el árbitro de fútbol iba a ser el más mortificado. La explicación parece encontrarse en que los profesionales que se dedican a deportes donde hay un mayor contacto físico y el tiempo es un gran factor de presión, debido a las normas del juego, presentan mayores niveles de ansiedad.
     A pesar de ello, la verdad es que le damos un margen de duda, ya que, aunque el estudio se haya realizado con total rigurosidad, hay que tener en cuenta que la muestra pertenece a una comunidad muy restringida, en la que la realidad deportiva no es necesariamente igual que a un nivel global. Es evidente que un árbitro que está siendo observado por millones de personas en un mundial de fútbol no va a sentir la misma presión que la de uno en una competición de voleibol, sea de la índole que sea.
     Ante esta situación, en la que claramente reina un deporte sobre los demás, os planteamos: ¿tenemos que lamentarnos? ¿Podemos cambiar la realidad mediática deportiva?

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