El Club Agrupación Voleibol Esquimo nació en 1980, en Dos Hermanas (Sevilla). Un club fundado por Antonio Ramos, su primer presidente, y que consiguió un merecido reconocimiento desde su fundación ya que, con contaba con escasos recursos y anticuadas instalaciones obtuvieron méritos que nadie podría imaginar. Solo un año después de su creación, en la temporada 1981/82, el “Esquimo” logra ascender a Primera División, que más tarde pasaría a denominarse “División de Honor”. Un ascenso que supondría seis años de reconocimiento a nivel nacional para el club nazareno. Tal fue el éxito alcanzado por el equipo sevillano que en la temporada 84/85 sentaron en el banquillo de entrenadores al seleccionador nacional de voleibol, Pepe Díaz. Sin lugar a duda, el esfuerzo realizado por un equipo humilde dio sus frutos. Esa temporada quedó quinto en la clasificación liguera, optando a puestos de representación de España en competiciones europeas. Una de estas competiciones fue la Copa Confederaciones, en la que no superó la eliminatoria a doble vuelta frente al Leixoes de Portugal.
Tras la experiencia europea, en 1986, el club organiza en Dos Hermanas la IX Copa del Rey, que tuvo lugar en el Pabellón Cubierto. El CAV Esquimo participó por mérito propio, debido a su quinto puesto en liga. Pero no pudo ganar el título en su localidad. El Royaltour Son Amar se hizo con la Copa. Estos años 80 fue la “época de oro” del voleibol sevillano. Importantes jugadores de la plantilla nazarena fueron llamados para jugar en equipos nacionales: Francisco Manuel Cotán, Antonio Torres, Rafael Domínguez, entre otros muchos. A partir de esta exitosa época por el club pasaron diferentes entrenadores y patrocinadores. Estos últimos no pudieron evitar que en la temporada 87/88 atravesara una mala situación financiera que le llevó al descenso a Primera Nacional.
Para completar una trayectoria de superación el CAV Esquimo escribió el pasado año 2010 una página más en su historia. Tras casi 20 años en el descenso la entidad nazarena volvió a saborear el éxito al subir a la Superliga, la División de Honor del voleibol español. No pudo tener mejor escenario el merecido ascenso que el fortín del Pabellón de Los Montecillos, donde más de 600 espectadores se dieron cita para animar al equipo y finalmente poder gritar ese más que conocido cántico de "último, último", que acompaña al tanto del equipo que consigue la victoria.
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